No existe ninguna prohibición en las escrituras de que un cristiano celebre cumpleaños, ni tampoco existe algo que indique que estamos obligados a celebrarlos.
En su epístola a los Romanos, Pablo aborda el tema de cuál día debería ser el día de adoración, sin embargo, aunque quizás podríamos también aplicar esto a celebraciones de cumpleaños cristianos: _*"Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios..."*_ Romanos 14:5-6.
Si un cristiano celebra un cumpleaños como un día especial, eso está bien; si un creyente no celebra los cumpleaños, eso también está bien.
*Que cada uno esté "plenamente convencido en su propia mente"*
Mucho más importante que saber si un cristiano celebra o no los cumpleaños, lo más importante es saber cómo él o ella glorifica al Señor en todas las actividades
(1 Corintios 10:31).
El hecho de que el cuerpo del creyente sea semejante a un templo donde vive el Espíritu Santo, nos ayuda a entender lo que significa la morada del Espíritu Santo.
*El creyente en Cristo se ha convertido en el santuario interior de Dios el Espíritu Santo, en tanto que el creyente ha sido santificado y perdonado por la sangre de Jesucristo* (Efesios 1:7).
Si un cristiano organiza una fiesta de cumpleaños, la fiesta debe glorificar al Señor; el comportamiento pecaminoso no debería formar parte de la celebración de cumpleaños.
Si un cristiano celebra o no un cumpleaños, debería esforzarse por tener una clara conciencia y el amor por sus hermanos y hermanas en Cristo.
Aquellos que celebran los cumpleaños, no deberían despreciar a quienes no lo hacen, y quienes no celebran los cumpleaños, no deben mirar por encima del hombro a quienes lo hacen.
Así como con otros temas que la biblia no aborda específicamente, tenemos la libertad para celebrar o no celebrar los cumpleaños, según las preferencias personales.