Es un privilegio. El ayuno es íntimo y privado. Se origina en el lugar secreto entre tú y Dios. Él espera en el lugar secreto a que te unas a Él. Después de que le visitemos en secreto, Él nos recompensará abiertamente. La transformación interior produce una unción externa y una bendición y provisión. La transformación interior nos posiciona para la promoción del Señor. _*“Aderezas mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores: Ungiste mi cabeza con aceite: mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”.*_ Salmos 23: 5-6 Este pasaje describe la recompensa clara del Señor. Es un banquete de provisión; y reafirma su presencia. Incluso en medio de la oposición, el creyente que ayuna como un acto de separación del mundo recibe la recompensa de Dios.