Cada estación del año trae con ella una selección de frutas de temporada,
¿No es cierto?
*¿Y tú, qué frutos estás produciendo en esta temporada en la que estás viviendo ahora?*
Es una buena pregunta que podemos hacernos regularmente.
Algo que, al igual que un diagnóstico médico, nos permite saber lo que va bien y lo que no.
¿Qué cosas brotan de tu corazón en este momento?
¿Son acaso frutos nutritivos, llenos de vida? O
¿Por el contrario, brotan amargura, ira y mentira de tus palabras y de tus pensamientos?
Si ese es tu caso, ¡no te asuste! Necesitas simplemente reconectarte a lo esencial, enriquecer tu confianza en Dios y meditar en su Palabra.
Leer la Biblia, *“masticarla”*, *“digerirla”,* en definitiva meditarla, transforma tus pensamientos en lo más profundo.
¡Y si la raíz es buena, entonces el fruto será también bueno! (La Biblia, Mateo 12.33).
Esto toma tiempo, se consigue poco a poco, pero merece verdaderamente la pena.